Distorsiones de lo interno

La estructura psíquica interna puede resultar peculiar en muchos individuos. Tratar de abstraerse o diferenciarse de una realidad externa incómoda o poco sugerente, induce a construir un mundo interior lo más diferenciado posible del entorno. De esta manera, se supeditan los mecanismo psicológicos a la acción de ángeles, seres de luz, demonios o fuerzas extrañas que son las que, en última instancia, influyen en nuestra energía, nuestra salud o nuestra conducta.

Cuando escuchas las innumerables conferencias y charlas relativas a estos aspectos, lo que más llama la atención es el convencimiento de quiénes relatan tales submundos. Y esta convicción arrastra a miles de personas, también desengañadas o aburridas de la realidad externa, a adjudicarse como propios tales constructos mentales.

El asunto cobra matices peligrosos cuando la salud se haya condicionada por tales ideas, y la sanación queda reducida a una simple "imposición de manos" o "trasferencia de energía". ¿Por qué pasarse años estudiando fisiología, anatomía o patología, si colocando de una forma específica las manos cerca de la dolencia, ésta desaparece? Esta visión reduccionista ahorra cientos de horas de estudio en libros densos, y basa la curación exclusivamente en la sensibilidad, la empatía y la cordialidad. Esto no quiere decir que haya que menospreciar tales virtudes, pero la salud es mucho más compleja que todo eso.

Los mundos internos de muchas personas mezclan espíritus con entidades de otra dimensión, duendes con diablillos o bolas de energía con poderes curativos. Luego sazonan todo esto con un supuesto camino de desarrollo personal que no se ha iniciado en esta vida, sino en una vida pasada, y se remata con la conexión creada con guías de otro plano de realidad. De hecho, muchos "venden" sus mensajes espirituales como "canalizados" por estos guías que les dictan a ellos, y no a otros, sus mensajes de paz y fraternidad.

Y todo eso, para estas personas, es real. Y lo es en la medida que afecta a sus vidas, a su salud y a su forma de ser. Y si a ellos les resulta útil para sentirse mejor con ellos mismos y con su entorno, esta construcción interna es el resultado eficaz de un proceso adaptativo. El mismo proceso que ha llevado a los seres humanos, a lo largo de la historia, a construir religiones que les sirvieran para tener unas pautas morales de conducta que facilitaran la convivencia en unas sociedades cada vez más complejas. No resulta, sin embargo, igual de adaptativo para quiénes interpretan sus percepciones internas como intromisiones de seres negativos que les inducen a hacer cosas que nos desean, como les puede pasar, por ejemplo, a los esquizofrénicos.

Cada uno puede crear la realidad interna que quiera, e incluir los aspectos que desee. El problema surge cuando esta realidad interna deja de ser útil, y no aporta una existencia saludable, estimulante y plena. Por eso puede resultar interesante analizar cuál es la realidad interna particular de cada uno, y qué distorsiones puede haber en ella. Porque lo más maravilloso de lo interno, es que podemos quitar y poner aquello que queramos, sin más restricción que las limitaciones que conlleven nuestras propias creencias.

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