El ego narcisista

En las incursiones que realizo a lo interno de mi Ser, a menudo me encuentro con áreas de difícil acceso. Recintos amurallados en cuyas puertas reza "no es necesario que entres aquí, está todo perfecto". Como es lógico suponer, que mi mente no me permita entrar en estos lugares, me incita a sospechar de su contenido.

La característica principal de su apariencia es su imagen agradable. La fachada trata de mostrar algo cuyo funcionamiento es altamente eficaz, y trata de transmitir que es mejor no cambiar nada que lo afecte. Si pasas un tiempo observando, sobre todo en las relaciones interpersonales, los productos de estas áreas vedadas del propio carácter, tratan de magnificar lo que uno realmente es. Son las regiones del ego narcisista.

El ego narcisista es el que nos hace posar triunfantes, hablar bien de nosotros mismos, y auto-adularnos. Su función es evitar que caigamos en la frustración y mantener alta la autoestima, aunque para ello tengamos que engañarnos. Es tan eficaz, que esta faceta de nuestro carácter impregna cada personaje que interpretamos en los diversos contextos: con nuestra pareja, con nuestra familia, en el entorno laboral o con nuestros amigos más cercanos.

Si en algún momento de nuestra vida hemos experimentado algún tipo de frustración o de vivencia en la que hemos quedado por debajo de los demás en algo. El ego narcisista empieza a construirse. Una de sus estrategias más básicas consiste en compararnos con los demás en aquellas facetas en las que estamos por encima. Por ejemplo, si alguien es mejor deportista que nosotros, nos compararemos con él en lo intelectual; y si también es más inteligente, nos compararemos en lo afectivo; y si en ese caso también nos supera, o bien nos diremos que es una falsa superioridad basada en su interés, o buscaremos otro ámbito en el que destacar, aunque sea algo trivial como "beber vino". El caso es encontrar algo en lo que sentirnos superiores a él. Esa es la labor principal del ego.

De esta forma evitamos volver a caer en la frustración, y prevenimos a nuestro psiquismo de entrar en situaciones depresivas o ansiosas. Pero ¿no nos estamos engañando a nosotros mismos...? Así es. Todos nos contamos una relato, más corto o más largo, en el que ensalzamos nuestro carácter y le otorgamos más cualidades positivas de las que realmente tiene.

Tener la sinceridad suficiente con uno mismo como para ver las propias carencias es lo que inicia el Camino de Desarrollo Personal. Este acto es el que comienza un abordaje de lo interno en el que tratamos de desterrar esos relatos de ficción. Y al eliminarlos, perdemos parte de la protección de nuestro ánimo, por lo que quedamos expuestos ante nosotros mismos y ante los demás. Nos volvemos emocionalmente vulnerables, pero también podemos comenzar a Escribir los relatos que sean fieles a nuestra naturaleza, a lo que realmente anhelamos ser, y a lo que aspiramos a Ser en la Vida.

Mientras tanto, el ego narcisista seguirá aportándonos cuentos que mantengan alta nuestra autoestima, para no caer en el desconsuelo y la desesperación. El día que lo silenciamos, quedamos desnudos, pero con la capacidad de Escribir una historia personal más fiel a nuestra Realidad.


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