No todo es emocional

Dentro de las dinámicas corporales está muy en auge hoy en día entender las tensiones, bloqueos o limitaciones de nuestro sistema músculo-esquelético como algo de origen emocional, y que requiere un afrontamiento tanto psicológico como físico para lograr su liberación. De esta forma, se conciben la contracturas como piezas de una armadura que va volviendo rígidas determinadas partes de nuestro cuerpo, pudiendo llegar a provocar dolor y enfermedades diversas.

Afortunadamente, ni toda tensión es emocional, ni todo lo que sufrimos está asociado a vivencias traumáticas o desagradables del pasado. Vivir en la creencia de esto puede supeditar toda nuestra experiencia vital a "lo emocional" y a un afrontamiento continuo y extenuante con nuestro ánimo. A veces, un dolor de espalda es tan sólo la consecuencia de una mala postura, y una limitación en la rodilla sólo el encogimiento debido a pasar mucho tiempo sentado.

Pero a veces también, estas molestias de origen físico se mantienen por un estado de ánimo negativo. Y es así como una tristeza se perpetúa porque no nos movemos ni hacemos ejercicio, lo cual nos provoca un menor de deseo de salir de casa. La falta de ejercicio potencia la depresión, y la depresión a su vez fomenta la apatía por hacer ejercicio, y en este bucle lo psicológico y lo físico se retro-alimentan.

Que hay una influencia entre lo psicológico y lo somático es evidente, pero es difícil establecer dónde está el origen del malestar. De hecho, una vez que se ha instaurado la disfunción a varios niveles (en lo físico, en lo emocional, en lo psíquico y en la vitalidad), el abordaje puede requerir un análisis de estos cuatro planos.

Cada persona puede tener más facilidad para acceder desde alguno de ellos, por eso quién está acostumbrado a hacer ejercicio, puede que gestionar sus emociones le resulte más asequible desde una disciplina corporal como pasear por el monte. Y quién tiene facilidad para hablar de lo que siente, pueda lograrlo mejor desde un diálogo activo y constructivo con quién tenga la confianza suficiente.

Afortunadamente, hoy en día disponemos de mucha información para encontrar la técnica que mejor se adecue a nuestra personalidad. Aunque quizá el problema sea ese: que tenemos tanta información que nos limitamos a acceder a ella sin darle un uso real en nuestra Vida.

Romper la "armadura" que nos va limitando es una tarea física basada, principalmente, en deshacer los nudos musculares. Para ello podemos usar el ejercicio, los estiramientos, el masaje, etc. Esta es una tarea física, pero de poca eficacia si existe un trasfondo psicológico tras ella. Si la contractura que tenemos en el hombro la relajamos y estiramos, ésta mejorará. Pero si en el trabajo estamos tan estresados que nos pasamos toda la mañana con los hombros encogidos y pegados a las orejas, no habrá dinámica corporal que pueda compensar tal tensión. Deberemos tomar conciencia de cómo la creamos, y aprender a gestionar nuestro estrés para que no repercuta en nuestros músculos ni en nuestro estado anímico.

De igual manera podemos analizar como un problema sentimental afecta a nuestra salud mediante la actitud corporal que, de manera inconsciente, nos induce. Pero, afortunadamente, ni todo es emocional, ni todo tiene una causa oculta en los psicológico. Aunque no por ello debemos desestimar tal influencia.




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