Ansiedad social, ansiedad individual y autoansiedad

Ansiedad social

La ansiedad social (o fobia social) se considera un trastorno psicológico en el que se padecen episodios de miedo o ansiedad, generados como un respuesta a la supuesta amenaza futura de estar con gente. En este caso se teme el examen o evaluación que los demás hagan de uno mismo, por lo que se tienden a evitar los eventos que impliquen interactuar con otras personas. Esto provoca un deterioro relacional en contextos como el laboral o el familiar.


Síntomas fisiológicos

A nivel orgánico, la ansiedad tiene un claro componente fisiológico pues provoca cambios significativos y mensurables, muy similares a la activación que provoca la reacción natural de miedo extremo. Si estamos en una situación que supone una clara amenaza de muerte o de daño a nuestra integridad física, aumentan los niveles de corticoides, se acelera el pulso cardíaco, la sangre pasa rápidamente a los músculos y la respiración se acelera. De esta manera el cuerpo se prepara en menos de un segundo para realizar una conducta de huida o lucha, sin necesidad de calentamiento previo.

Pero cuando no hay una amenaza real, sino sólo una imaginada con mucha persistencia, el cuerpo puede generar esa misma reacción, llegando a experimentarla como una taquicardia, una sensación de falta de oxígeno y una alteración nerviosa generalizada. Debido a que no hay nada en el presente de lo que huir o a lo que enfrentarse, se vive como una alteración de consecuencias impredecibles, lo que aumenta más la sensación de miedo y ansiedad.


Ansiedad individual

Aunque no está catalogado como trastorno, las personas con personalidad evitativa tienden a focalizar su ansiedad sobre personas concretas cuya presencia incomoda hasta el punto de provocarles síntomas fisiológicos como los descritos. A menudo son personas con las que se ha tenido episodios previos de discusión acalorada, afrentas personales o agresiones físicas. Otras veces son sólo individuos con los que se anticipa que puedan darse esas situaciones, o aquellos cuya apariencia física o personalidad se asocia a un alta probabilidad de que esas situaciones se produzcan.

Todos conocemos a alguien, de hecho, con el que preferimos no encontrarnos ni mucho menos acudir a un evento en el que haya una alta probabilidad de interactuar con él. Esto no implica un trastorno, pero si abre la puerta al análisis de los aspectos con los que nos cuesta enfrentarnos, normalmente por registros de nuestro interior...


Auto-ansiedad

Aunque tampoco está definido como trastorno, hoy en día vivimos una epidemia de autoansiedad, que podría definirse como:
"Ese miedo a estar solo, y que se puede transformar en una incomodidad angustiosa."

Lo que antes era una mera sensación de aburrimiento, ahora adopta una dimensión tan dramática que se tiende a buscar cualquier actividad que evite enfrentarse a los propios pensamientos. La gente entra en el metro, se sienta a todo correr (o se dejan caer en el asiento) y rápidamente continúan visualizando su dispositivo electrónico. Lo que sea para evitar "estar consigo misma".

Pareciera que "lo de dentro" provocará tal nivel de ansiedad, que es preciso buscar fuera algo que mantenga la mente distraída, ocupada o entretenida. De esta forma, no dejamos margen para interiorizar, y actividades que requieren un alto grado e conciencia (como el Yoga, la Meditación o el Taichí) resultan tediosas e incómodas.

Cómo afecta esto al propio Ser


Alejarse de uno mismo deriva en dejar de conocerse, de entenderse y de saber qué es lo que más nos conviene a cada uno. Si no sabemos "estar con nosotros mismos", o no queremos enfrentarnos a lo que hay en nuestra conciencia, jamás encontraremos la calma y la relajación que permite sentirnos bien con nosotros mismos.

Crear un espacio diario para meditar, aunque sean unos pocos minutos, sirve para çque nuestra mente encuentre el ajuste adecuado, y nos manifieste aquello que le preocupa. No es preciso pensar en nada concreto, ni tratar de dar una solución específica a los problemas que surgen. Simplemente es mantenerse quieto, respirar y observar qué hay dentro de cada uno, sin estímulos externos que distraigan, y sin recursos materiales que nos entretengan.

Y así, en el hábito de "estar con uno mismo", se puede llegar a averiguar, quizás, quiénes somos, cúal es nuestro propósito en la Vida, y qué nos hace relamente felices y plenos.

Comentarios